Explora Chiang Mai por tu cuenta y descubre el Wat Santitham fuera de las rutas turísticas. La auténtica rosa del norte de Tailandia te espera.
Chiang Mai, la capital cultural del norte de Tailandia, es famosa por sus templos dorados y sus murallas históricas. Sin embargo, más allá de los circuitos turísticos más concurridos, existe un santuario poco conocido que ofrece un respiro de paz: el Wat Santitham.
Situado en el barrio del mismo nombre, este templo invita a los viajeros a experimentar la espiritualidad tailandesa de una forma más auténtica, lejos de las multitudes que llenan lugares como Wat Phra Singh o Wat Chedi Luang.

La atmósfera de Wat Santitham
A diferencia de otros templos de Chiang Mai, Wat Santitham no busca impresionar con enormes estructuras o decoraciones fastuosas.


Su encanto radica en la simplicidad: patios tranquilos, estupas blancas y doradas, y rincones silenciosos donde los monjes realizan sus actividades diarias.

Pasear por este santuario es una experiencia perfecta para quienes desean observar la vida local sin prisas, respirando la calma que tanto caracteriza a Tailandia.

Qué ver y qué hacer en el templo
En Wat Santitham podrás encontrar estatuas de Buda cuidadosamente decoradas, murales coloridos y pequeños altares donde los fieles realizan ofrendas de incienso y flores.


Si llegas temprano por la mañana, tendrás la oportunidad de ver cómo los monjes reciben las ofrendas de los vecinos, una tradición profundamente enraizada en la cultura budista.
También es un buen lugar para practicar meditación o simplemente sentarse a contemplar la serenidad del lugar.

Un respiro en tu viaje por Chiang Mai
Incluir Wat Santitham en tu recorrido es una manera de equilibrar las visitas a los templos más famosos con un espacio más íntimo. Ideal para una mañana tranquila o una parada al final del día, este santuario te permite reconectar contigo mismo durante tu viaje por el norte de Tailandia.

Consejos para tu visita
- El templo abre todos los días, generalmente desde temprano hasta la tarde.
- Respeta el código de vestimenta: hombros y rodillas cubiertos.
- Mantén un tono de voz bajo para no interrumpir la vida monástica.
